Comunidades indígenas de diversos puntos del país ofrecen al turismo espacios de recreación, degustación de gastronomía autóctona, paseos por su territorio y la posibilidad de convivir con familias locales en su propio hábitat y compartir quehaceres cotidianos, además de actividades convencionales como trekking, esquí y escalada.
Muchas de estas comunidades de los primeros habitantes del actual territorio nacional forman parte de la Red Argentina de Turismo Rural Comunitario (Raturc), creada en 2009.
Entre las variadas opciones están las que ofrecen sólo compartir el día, como algunas comunidades guaraníes de Misiones y Jujuy, y otras que proponen actividades recreativas, como el esquí en el complejo mapuche Batea Mahuida, de la comunidad Puel, en la localidad neuquina de Villa Pehuenia.
Además, hay propuestas de turismo de aventura, como el ascenso en alta montaña en la comunidad kolla de El Moreno, con subida al Cerro Chañi, que con sus 5.896 metros sobre el nivel del mar (msnm) es el más alto de los Andes jujeños, y los también kollas de Tolar Grande, en Salta, que hacen ascensos al Cerro Macón, de 5.611 msnm.
Algunas de estas comunidades cuentan con cabañas, dormis o campings, como las mapuches de la cuenca del lago Huechulafquen, al pie del volcán Lanín (Neuquén), y otras ofrecen hospedajes en casas de familias, como las diaguitas de los Valles Calchaquíes del suroeste de la provincia de Salta.
La Comunidad Tulián, del pueblo comechingón de San Marcos Sierra (Córdoba), brinda alojamiento en el hostel La Chacana, y los de San Francisco de Alfarcito, localidad ubicada a 3.509 msnm en la puna jujeña, cuentan con la Hostería Comunitaria «Espejo de Sal», cuyo nombre refiere al fenómeno que se forma cuando las salinas de la zona se cubren de agua.
Télam